Viaña, una aldea ganadera en el corazón de Cabuérniga, ha vuelto a vivir una semana negra. En apenas una semana, el lobo ha matado al menos ocho animales: potros, terneros y dos novillas de más de un año. “El viernes me mataron uno, y otros vecinos han tenido dos, tres bajas…”, cuenta Fermín Gómez, presidente de la Junta Vecinal por el Partido Regionalista de Cantabria (PRC) y ganadero de toda la vida. Lo dice con resignación, pero también con un tono que empieza a sonar a hartazgo. “Esto es insostenible. No se nota que estén sacando lobos, y lo peor es que no hemos cobrado ni las ayudas del otoño pasado”.
Aunque septiembre aún no haya terminado, ya se puede afirmar que este mes el lobo ha vuelto a aparecer con fuerza. En Viaña y sus alrededores, varios vecinos han visto cómo sus animales desaparecían en cuestión de horas. “Han vuelto a bajar cinco lobos, y no pequeños. Esta semana se han llevado ocho animales —relata Fermín Gómez—. No eran recién nacidos, algunos eran potros de abril o mayo, ya grandes. Una de las terneras tenía más de un año. Pero cuando atacan en manada, no hay forma de pararlos”.
Los lobos, explica, no solo acechan en lo alto del monte. “En primavera mataron más de treinta animales en las mieses, en los prados cerca del pueblo, donde pastan a diario”, recuerda. La situación, lejos de mejorar, parece recrudecerse con la llegada del otoño. Y aunque se han aprobado cupos de extracción de ejemplares, en la práctica los ganaderos no perciben ningún alivio. “A mí el guarda me dijo que les quedaba uno por matar de los cinco que tenían asignados. Pero con tantos como hay, eso no se nota nada”.
Fermín Gómez: “Hay vecinos con más de veinte animales pendientes de pago”
A las pérdidas por los ataques se suma el desgaste burocrático de unas compensaciones que, según denuncian los afectados, están paralizadas desde hace un año. “Yo tengo un potro de octubre y un ternero de noviembre del año pasado sin cobrar —explica Fermín—. No me han dicho si está aprobado, denegado, ni nada. No hay ni una carta, ni un aviso, nada”. La situación no es un caso aislado. “Aquí hay vecinos con más de veinte animales pendientes de pago”, asegura. Uno de ellos, añade, cobró esta semana una indemnización por un ataque de septiembre de 2024. Es decir, hace justo un año. “Antes cobrabas en un mes o dos. Ahora, ni siquiera sabes si vas a cobrar. Es vergonzoso”.
El retraso en las ayudas es especialmente grave porque muchos ataques no llegan ni a justificarse. A menudo los restos aparecen días después, cuando ya no hay pruebas concluyentes para certificar el ataque del lobo. “Yo he tenido que buscar durante tres horas una potra por el monte. Y porque los cazadores me dieron una pista, si no, no la encontraba. Cuando pasa más de una semana, ya no hay sangre, no hay carne, solo huesos limpios. Y sin eso, no te pagan”. Según Fermín, cerca del 40% de los animales que pierden nunca llegan a localizarse. “Se pierden en el monte y ya está. Y eso no se cobra. El GPS ayuda, pero aquí no tenemos ni cobertura móvil. Es como buscar una aguja en un pajar”.
Más allá de las pérdidas económicas, los ganaderos como Fermín reconocen el desgaste personal y emocional que arrastran cada día. “El día que te matan un animal, se te jode el día entero. Da igual que el guarda venga en media hora o en cinco horas: te vas con el disgusto en el cuerpo”, lamenta. “A mí me gusta criar los potros, cuidarlos, que luzcan… No trabajo para que me los mate un lobo y luego me paguen lo que quieran”.
El problema no es solo la presencia del lobo, sino la ausencia de soluciones efectivas. “Los cinco lobos que tienen que matar no se notan en nada, porque hay muchísimos más. Si las lobas crían y luego sacan cinco, al final hay más que antes”, sostiene. “Los ataques ya no son solo en primavera. Ahora son a potros grandes, terneros de 200 kilos… y atacan en manada. En Viaña, solo este año, calculo que llevamos unas cincuenta o sesenta bajas”.
Fermín también dirige su enfado hacia las decisiones que llegan desde lejos. “Es vergonzoso que se decida desde un despacho en Madrid lo que tiene que pasar en un monte donde no vive ninguno de ellos. Si criaran terneros o corderos, ya te digo yo que no opinaban igual”. Y lanza un mensaje claro: “A los pueblos y a los ganaderos no se nos tiene en cuenta. Somos cuatro votos, y eso se nota. No importamos”.
La consejera, en el punto de mira
El parón en el pago de ayudas por ataques de lobo coincide con un cambio clave en el Gobierno de Cantabria: en septiembre de 2024, María Jesús Susinos asumió la Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca y Alimentación en sustitución de Pablo Palencia. Desde entonces, no se han tramitado nuevas compensaciones, según denuncian los propios ganaderos.
Algunos vecinos aseguran haber recibido recientemente pagos correspondientes a ataques del verano de 2024, pero las solicitudes posteriores —como las de otoño del año pasado— siguen sin respuesta. “No te dicen si está aprobado o denegado. No mandan ni una carta”, lamenta Fermín Gómez. Otros afectados acumulan más de veinte animales pendientes de cobro, y temen que el retraso se prolongue indefinidamente.
Los afectados hablan de una parálisis administrativa y de falta de comunicación por parte del Ejecutivo. En medio de este escenario, reclaman más agilidad en los pagos, una evaluación real de la densidad de lobos por zonas y mayor presencia de técnicos sobre el terreno. La administración, por su parte, asegura que se están ejecutando extracciones autorizadas y que el diálogo con el sector sigue abierto. Mientras tanto, en pueblos como Viaña, la vigilancia es diaria, los daños se acumulan y las respuestas no llegan.
La entrevista completa se puede ver en el canal de YouTube de Galerna Press y próximamente se publicará un documental titulado ‘Crónicas del lobo: La batalla por el equilibrio entre el hombre y la naturaleza’ del que esta entrevista forma parte.