La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito periodístico está transformando de manera profunda la forma en que se producen, verifican y analizan las noticias. Esta revolución tecnológica no solo ha traído avances notables, sino que también ha generado una serie de interrogantes sobre el futuro del periodismo, la ética informativa y la confianza del público en los medios de comunicación. Desde la redacción automática de artículos hasta la detección de noticias falsas y el análisis de grandes volúmenes de datos en investigaciones periodísticas, la IA está alterando la forma en que entendíamos el periodismo, provocando tanto entusiasmo como cautela entre los profesionales del sector.
Cabe destacar que el uso de la inteligencia artificial en el periodismo ya no pertenece al terreno de la ciencia ficción. Es una realidad cada vez más presente en las redacciones de medios de comunicación a nivel global. Algunos de los actores más importantes del panorama mediático han comenzado a incorporar herramientas basadas en IA en sus procesos de producción informativa. Un ejemplo de esto es la Cadena SER, un referente de la radio española, que ha integrado diversas tecnologías de IA para optimizar sus flujos de trabajo.
Fermín Mier, director de Cadena SER Cantabria, destacó en las II Jornadas sobre Inteligencia Artificial: Transformación y Formación en los Medios cómo, gracias a la IA, sus compañeros de la SER en Bilbao consiguieron clonar la voz del famoso trikitilari bilbaíno Kepa Junkera, quien perdió la capacidad de hablar tras sufrir un ictus en 2018. Este caso, que podría parecer sacado de una película futurista, demuestra el potencial de la IA para preservar la identidad de un individuo y, al mismo tiempo, subraya su capacidad para intervenir en el ámbito humano de formas sorprendentes.
Kepa Junkera: «No es mi voz, pero sí mis pensamientos»
En el ámbito internacional, varios medios están explorando cómo la inteligencia artificial puede transformar su forma de trabajo. La agencia de noticias Associated Press ha implementado un sistema de IA para crear automáticamente informes sobre resultados empresariales, una tarea que anteriormente requería la intervención de un gran equipo de periodistas. Este tipo de automatización permite a las redacciones centrarse en otros temas de mayor profundidad y relevancia, al tiempo que agiliza la producción de información de carácter más rutinario.
Por su parte, The Washington Post desarrolló Heliograf, una herramienta que utiliza IA para cubrir eventos de gran envergadura como elecciones o los Juegos Olímpicos. Heliograf es capaz de generar informes en tiempo real sobre los resultados de estos eventos y otras noticias de interés público, permitiendo a los periodistas centrarse en análisis más complejos mientras la IA se encarga de las actualizaciones de carácter más técnico o repetitivo.
Sin embargo, este uso extendido de la IA en el periodismo no está exento de controversias. Si bien facilita la producción y distribución de información de manera más eficiente, también plantea serias preguntas sobre el futuro de los periodistas como los «guardianes de la verdad», un concepto que el pensador y periodista Walter Lippmann acuñó en su obra más influyente Public Opinion (1922).

La automatización de ciertas tareas podría llevar a las redacciones a depender demasiado de los algoritmos, lo que podría generar una homogeneización de los contenidos y, en última instancia, una pérdida de la diversidad en las perspectivas presentadas al público. Este fenómeno podría conducir a un periodismo deshumanizado, carente de las voces y matices que históricamente han enriquecido el trabajo periodístico.
Sesgos algorítmicos
Uno de los principales reproches que se ha dirigido al periodismo convencional a lo largo de las generaciones es su falta de objetividad, o, por el contrario, el exceso de subjetividad, debido a la tendencia de los medios a acercarse a su línea ideológica en ciertos aspectos. Este factor ha sido tan determinante que, en ocasiones, ha contribuido a la creación de una audiencia fiel. Sin embargo, la inteligencia artificial no representa una solución inmediata a este problema, ya que el verdadero desafío radica en el sesgo algorítmico.
Al igual que en plataformas como Facebook o Google News, donde los algoritmos refuerzan los puntos de vista políticos del usuario, la IA aplicada al periodismo puede contribuir a la creación de «burbujas de filtro», limitando la exposición de los lectores a opiniones y enfoques contrarios a sus creencias, lo que restringe la diversidad informativa.
Pensamiento crítico
La capacidad de los periodistas para pensar críticamente, analizar hechos de manera independiente y cuestionar las versiones oficiales sigue siendo insustituible por la IA. Un periodista, especialmente en el ámbito del periodismo de investigación, se enfrenta a la tarea de desentrañar verdades ocultas, conectar puntos aparentemente no relacionados y plantear preguntas incómodas que muchos preferirían no responder. La habilidad de interpretar el contexto y ofrecer una narrativa compleja sobre un hecho es algo que, por el momento, la IA no puede replicar de manera autónoma.
Como consecuencia, el verdadero reto en la actualidad radica en hacer entender a las salas de redacción que, si bien la IA puede ser una herramienta valiosa para optimizar ciertos procesos, el periodismo de calidad y la ética informativa dependen, en última instancia, de la intervención humana. Los periodistas deben ser los encargados de contextualizar la información, garantizar su veracidad y mantener el compromiso con una narrativa que refleje la complejidad de los hechos.
En relación a esto, Juan Zafra, director general del Club Abierto de Editores, considera a la IA como una herramienta complementaria y explica que los periodistas deben «entender cómo se comporta la IA y aprender a trabajar con ella, igual que si fuera un compañero de redacción, porque esto es un factor de cambio».