La esperanza de vida en la sociedad española continúa creciendo progresivamente, a pesar del impacto que supuso la pandemia de la COVID-19, consolidándose en 84 años y situando a la nación como el país de la Unión Europea con mayor esperanza de vida media al nacer, justo por delante de estados como Italia (83,8) o Malta (83,6). La Organización Mundial de la Salud (OMS) valora estos datos como “un avance”, pero advierte que se trata de una “evolución irregular a nivel mundial”, donde persisten las desigualdades sanitarias. A su vez, la longevidad de las mujeres (86,7) continúa superando a la de los hombres (81,2) en el ámbito nacional.
A nivel cántabro, los datos del Instituto Cántabro de Estadística computan en 2022 un llamativo descenso de 0,50 años en la longevidad media en relación al curso previo, lo cual no es representativo de los números estatales y refleja una inestabilidad en la línea progresiva de Cantabria. Si bien es cierto que en 2023 hubo un repunte y se alcanzó la edad de 84,2, pero en un cómputo global, y considerando que el número de fallecimientos duplica al de nacimientos, la situación de la comunidad sigue siendo incierta. Sin embargo, aún se sitúa como la novena autonomía en el ranking nacional de tiempo de existencia.
La generación Z, nacida entre 1997 y 2012, es —a falta de conocer cuándo concluirá la generación alpha— el grupo que ha consolidado uno de los cambios más significativos: superar, en 2004, la barrera de los 80 años de vida media. El estilo de vida y los factores sociales han desempeñado un papel crucial en esta mejora de las condiciones en comparación con épocas anteriores. Así, estas personas se estima que vivirán de manera aproximada hasta los 78 y 82 años respectivamente, según indicadores demográficos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Mercedes Carrera, exdirectora de Enfermería de Atención Primaria del Servicio Cántabro de Salud, afirma que “la mejora en términos de salud vital de la generación Z reside en el amplio abanico de enfermedades antiguas que ya fueron olvidadas gracias a la vacunas”. Durante los 16 años que abarca el periodo zoomer se han desarrollado vacunas contra el Haemophilus influenzae tipo B, que ha reducido los casos de neumonía; contra la hepatitis B, disminuyendo la incidencia de cáncer de hígado; contra el neumococo; y contra el virus del papiloma humano (VPH).
La que fuese responsable de Enfermería en el Centro de Salud de Medio Cudeyo manifiesta que “ lo verdaderamente eficaz para aumentar la esperanza de vida es frenar la progresión de patologías con políticas de prevención, tanto en la población sana como en personas con factores de riesgo a edades más tempranas”. Durante esta época España dató altas tasas de cobertura en las vacunaciones sistemáticas, alcanzando a más del 95% de la población infantil de aquel entonces.
Mercedes Carrera: “La innovación y desarrollo de nuevos medicamentos como los antivirales o los antibióticos han reducido la amenaza directa a la vida”
En la actualidad, la inteligencia artificial comienza a introducirse paulatinamente en la salud española, pero sin mucho éxito debido a su deriva sin un rumbo fijo. No obstante, la generación Z protagonizó un salto determinante para la accesibilidad y eficiencia de la asistencia sanitaria: la llegada de la digitalización. La enfermera expone que “la monitorización remota de los pacientes y los planes de tratamiento personalizados nos permiten tomar las riendas de la salud y detectar posibles problemas en una fase temprana”.
En cuanto a los estilos de vida, Carrera explica cómo la generación Z ha adoptado un mayor número de conductas saludables en comparación con años anteriores, lo que ha incentivado al aumento de la esperanza vital. «La Ley de Medidas Sanitarias frente al Tabaquismo fue aprobada en 2005, por lo que gran parte de los zoomers han nacido bajo estas circunstancias. Supuso la prohibición de fumar en espacios públicos cerrados, restricciones a la promoción publicitaria y la obligación de incluir mensajes, a modo de advertencia sanitaria, en los paquetes de cigarrillos», afirma.
Igualmente, el consumo de alcohol en el territorio nacional se situó por debajo del de las bebidas sin alcohol —sin contabilizar el agua— por primera vez durante la generación Z. La regularidad de campañas de concienciación social, las ordenanzas y multas por consumir alcohol antes de conducir, y las bebidas 0,0, que llegaron a España en 1976 con “Ambar Sin” como pioneras, pero que se popularizaron definitivamente alrededor del año 2000 gracias al aumento de la oferta alternativa y a su disponibilidad en bares, son las causas de este descenso. Estos años de difusión de políticas de prevención del consumo de alcohol han expuesto a los ‘zetas’ a crecer bajo este paradigma.

En última instancia, los hábitos alimentarios también han influido en el modo de vida y, por ende, en los años de vida media. Mercedes Carrera sostiene que “evitar grasas saturadas, azúcares y alimentos procesados influye en nuestra expectativa de vida”. Durante los años 2000, España se consolidó como un país donde el énfasis en la salud y la nutrición favoreció la aparición y el auge de diversas tendencias alimentarias entre la generación Z, como la dieta vegetariana, la baja en carbohidratos o, la más común a nivel local, la mediterránea, cuyos beneficios están asociados a “un envejecimiento cerebral más saludable”, según la neuróloga Lisa Mosconi.
Actividad física
Kora Portilla, doctora en ejercicio físico y salud por la Universidad de León, ratifica que “las personas activas físicamente tienden a vivir más años y a tener una mejor calidad de vida”. La generación Z constituye el núcleo más amplio de jóvenes en la actualidad, es decir, los comprendidos entre 13 y 28 años. Esto, unido a una implementación del deporte debido a la mejora de instalaciones, una educación deportiva efectiva y la aparición de nuevas modas e intereses como el crossfit o el parkour, las cuales no existían en la época juvenil de las anteriores generaciones, han provocado mejoras en la salud cardiovascular e inmunológica y, al mismo tiempo, al fortalecimiento de músculos.
La docente del grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte asegura que “hacer deporte puede considerarse una campaña preventiva de salud”. “El ejercicio no solo ayuda a prevenir enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes tipo 2, sino que también mejora la salud ósea”, explica.
Kora Portilla: “La esperanza de vida podría aumentar entre 2 y 4 años en sujetos físicamente activos”
La especialista en la prescripción de ejercicio físico en relación con la salud asevera que “las personas que realizan unos 150 minutos de caminata rápida por semana podrían aumentar la esperanza de vida en torno a 3,4 años más que las personas inactivas”, lo que evidencia un desaprovechamiento de este grupo poblacional en su totalidad, ya que los estudios de mercado de la consultoría deportiva ‘Valgo’ revelan que “un 36% dice realizar ejercicio de forma regular, mientras que un 50% quiere empezar a practicarlo”.

Por añadidura, los varones de entre 16 y 29 años destinaron un 1,9 % de sus gastos totales a servicios deportivos el año pasado, según la Encuesta de Presupuestos Familiares del Instituto Nacional de Estadística (INE), lo que refleja un predominio del ejercicio físico entre la población Z frente a generaciones anteriores.
Sexto puesto mundial
España ocupa un lugar destacado a nivel mundial en términos de longevidad, situándose en el sexto puesto entre 192 países y dentro de un rango muy favorable. Liechtenstein, con una media de 84,4 años, lidera el ranking mundial, seguido de Suiza y Corea del Sur.
Roberto Ruiz, vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea del Atlántico, comenta que “sacamos casi diez años de promedio de vida a otros países del ámbito latinoamericano”. El secretario general, que suele viajar a Sudamérica para la firma de convenios universitarios intercontinentales, añade: “El problema de las diferencias entre las expectativas de vida de diversos países radica en el punto de vista socioeconómico”.
El que fuera rector de la Universidad Internacional SEK Ecuador manifiesta que “los países americanos de habla hispana no cuentan con un sistema de acceso a la sanidad como el español, con gratuidad en determinadas medicinas ni con servicios de atención sanitaria adecuados, lo que aumenta la probabilidad de enfermedades y reduce la de alcanzar los 80 años”.
Por el contrario, explica que los países desarrollados del norte de Europa, con una economía y política sanitaria muy similares a las de España, presentan índices globales muy semejantes en lo que respecta al ciclo vital.